Timbre. Siéntate. Cállate. Levántate. Siéntate bien. ¿Quién falta? No, señora directora, no hay necesidad de poner cámaras en los pasillos. Tira el chicle. ¿No me has oído? Ojalá hubiera cámaras en los pasillos. ¿Has corregido ya los exámenes? ¿Puedo presentarme para subir nota? ¿Me has aprobado? ¿He suspendido? No entiendo porqué mi hijo ha suspendido si en casa se lo sabía todo de memoria. No creo que su hijo deba seguir haciendo ballet, es mucho más apropiado que se memorice esta tabla de los elementos. Mi hijo es un cielo, no entiendo porqué dicen ustedes que pega a sus compañeros. Mi hija es una bruja, deberíais ponerle más partes. Te voy a tener que poner un parte. ¿Ni siquiera puedo tomarme el café sin escuchar estos gritos? Levántate. Tú, sí tú, ¿Cuántos Javieres hay en la clase, Javier? Coge la tiza. ¿De verdad no sabes qué rey viene después de Chindasvinto? Claro, claro, la LOGSE, claro. Escríbeme la tabla del 4, y luego la raíz cuadrada del 354. No, claro que no puedes utilizar el libro. Cállate. ¿No has sabido hacer la sintaxis de esta frase? Anda, siéntate. Tendríais que verme cabreado. Apuntad todo lo que haya en la pizarra. Todo. Timbre. Ruidos, gritos. Nadie ha aprendido nada, nadie ha escuchado nada. Todas, alumnas, profes, padres, todos parecen haber trabajado y, en realidad, sólo hay tiza bajo las uñas.
Estas palabras no surgen de la razón, sino de la rabia. La rabia que sienten los chavales al perder sus mejores años entre cuatro paredes; la rabia que sienten madres y padres al debatirse entre el presente y futuro de sus hijos; la rabia de muchos profesionales de la educación que aterrizan en centros escolares para convertirse en poco menos que en policías o, en el mejor de los casos, en burócratas, autómatas, robots. Surgen porque sabemos que nuestra rabia, aunque se manifieste de diversas maneras, tiene unas raíces comunes: un sistema educativo cuyo objetivo principal, lejos del desarrollo artístico, intelectual, físico o profesional (mucho menos integral), es que el alumnado asuma el principio de autoridad en todas las facetas de la vida.
Esto no parte de un planteamiento teórico, sino de una realidad muy específica: quienes subrayamos estas línea observamos esta realidad autoritaria en nuestra relación diaria con la escuela. Somos profesoras, madres, vecinos. Somos partícipes de esta autoridad o bien nuestro silencio es cómplice; y no queremos que siga siendo de esta manera. Este texto es la reacción a una escuela que no nos representa. El proyecto que surja a continuación, con lo bueno y con lo malo, será la síntesis de nuestra experiencias y nuestros deseos. Sólo habiendo enfrentado lo que supone la escuela dominadora podemos plantearnos una escuela en libertad. Cuanta más tiza se acumula bajo nuestras uñas, más fuerte es el deseo de construir una nueva educación.
Sentimos esta rabia porque pensamos que existe una contradicción entre lo que debería ser la educación y lo que es en la práctica. Manifestamos, por tanto, que para nosotros el objetivo de la educación debe ser el desarrollo íntegro del individuo en libertad. Y para nosotros la libertad incluye una tensión necesaria entre capacidad y necesidad, que ha de ser desarrollada por los adolescentes. Si bien la juventud tienen la necesidad de crecer en la libertad, son los adultos los que tienen la capacidad de construir las herramientas que permitan este crecimiento en libertad. Y tener esa capacidad implica tener esa responsabilidad.
Precisamente, profes, padres y vecinas sólo podemos aspirar a eso, al planteamiento. Son las chicas y los chicos quienes realmente construyen esta escuela con su aprendizaje, con sus intereses, con su creatividad y con su trabajo en libertad y autonomía. Nosotros, adultos, sólo podemos darles herramientas que puedan cargar en su mochila.
Sentimos, además, que nuestra rabia es más que rabia: es semilla que puede germinar. Sabemos que esto es así porque no es la primera vez que ocurre. Hace casi nueve años que se realizó la primera asamblea del colectivo A Volar. Su espíritu adquirió forma y personalidad en el actual proyecto pedagógico del Colegio Público Vital Alsar. Otros proyectos han surgido a raíz de A Volar, otros se han enriquecido con las reflexiones que allí se hicieron.
Ahora, muchos de los niños de entonces ya son grandes: y, si todo se mantiene igual, la experiencia de Vital Alsar sólo habrá sido un breve paréntesis, un receso antes de meterles en la maquinaria de la escuela autoritaria. Desde estas líneas hacemos un llamamiento para continuar lo que se comenzó entonces. Con nuestras experiencias, bajo la escuela destructiva del sistema y la escuela creativa de Vital Alsar, y nuestros anhelos queremos plantear un nuevo espacio para el desarrollo integral de la adolescencia en Cantabria.
No hace falta que conozcas el Vital Alsar (aunque te lo recomendamos efusivamente). Queremos convocar a madres, padres, profes, vecinas, gente con curiosidad e interés; queremos convocar, igualmente, a jóvenes que actualmente estudian en institutos y quieran colaborar en un proyecto de cambio. Os queremos a todas en una asamblea para comenzar a construir un nuevo proyecto pedagógico en Cantabria que se base en la libertad y la igualdad, la creatividad y el apoyo mutuo, el desarrollo integral para adolescentes. Tenemos ideas, tenemos voluntad: sólo falta organizarnos.
Si leyendo estas palabras te has sentido identificada, si realmente quieres ayudar a formar una alternativa pedagógica para la juventud de Cantabria, puedes contactarnos en tizabajolasunas@gmail.com
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